Cuando me enamoré no lo se, solo se que sentí
en el corazón un estremecimiento cuando lo vi. En ese momento sentí miedo a que
sea un sentimiento o que ese amor no sea correspondido y que juegue con el mío,
tan solo por diversión.
Soy una soñadora, alguien que ha elegido
otra dimensión. Me gusta soñar, porque cuando lo hago, hasta puedo llegar a
soñar cosas imposibles, claro que no todos son capaces de soñar.
Hoy procurare recordar todos mis sueños y
escribirlos. Mucha gente lo hace es lo que llaman poesía.
Explotare toda la sensibilidad que tengo,
no desecharé nada. Superare lo que llevo adentro no lo ahogare.
Cuando escribo veo mayor seguridad en mis
ojos, me doy cuenta de que no sueño tanto con los ojos abiertos. Dejo de pensar
en lo imposible que es la fantasía y me abro a la realidad.
Empiezo a sentirme mas madura, que hay
cambios en mí, un cambio indiscutible de racionalidad prácticamente total. Es
ahí donde me doy cuenta de que solo me queda vencer mis reparos. Esos reparos que me impiden ser lo que
realmente soy.
Fue una jugada del destino de que nos volviéramos
a ver, no se si creer en el destino o en la vida misma.
Hoy estoy sola, rodeada de recuerdos. Me
parece verlo, creo sentir sus húmedos labios sobre mis labios, su lengua y mi lengua,
su cuerpo sobre mi cuerpo.
Estoy padeciendo por amor, un amor desesperado…
tormentoso… este amor que siento por el, me llevo al paraíso y ahora me lleva
al infierno. Son palabras dichas a nadie, solo están escritas en un papel y mi
mirada esa mirada perdida en el vacío. En ese vacío animado por una
felicidad que jamás será mía.
El un terrible modernista, yo una
incurable romántica. Estoy mal, cada vez que pasa el tiempo me doy cuenta
cuanto lo quiero.
Ahora que lo he perdido se que en el no
abriga ni siquiera ese asombro de esfuerzo que nos hace creer en la ilusión, en
alguna que otra cosa buena, definitiva y dulce.
Lo vi alejar y sentí que sobre mis
hombros cargue el peso de toda mi tristeza, lo vi, envejecer de repente,
repentinamente débiles incapaces.
Estiro mis manos para buscarte en la parábola que describe el aire tibio de otoño
para estrecharte.
Alargo mi mirada para que llegue lejos, y
siga tus pasos como un lebrel azul, manso y dolorido, que se agita y retoza
sanamente tratando de tocarte. Mi voz, mis ojos, mis manos, te buscan para
decirte todas esas cosas que calle.
No supe retenerte, porque en el momento
exacto del amor, no supe corta la vara justa para medir que era lo que
necesitabas.
He sufrido mucho y mi llanto era una
misma lágrima salada, una misma lagrima triste y verdadera rodando por las
praderas del no saber que hacer, del no saber que buscar para inaugurar una
sonrisa.
Su amor fue como el agua que se evapora,
como los pájaros que alzan el vuelo y se van y no se puede hacer nada para
volver a encerrarlo, para poseer-lo siempre.
Yo estrene el dolor, la rutina, la espera
a su lado. Aprendí que uno no es feliz de golpe, que se empieza siendo un
poquito feliz un día, y al día siguiente un poco mas, y así hasta llegar a eso
redondo como una esfera que se llama felicidad completa.
Pero aprendí tarde, ahora lo se. Ahora que te he perdido, y mis ojos te buscan
vagamente y ellos quieren verte como eras antes. Mis ojos, islas en medio del
llanto, y una mariposa de sombra se posa donde antes la luz encandilaba.
Y justo en el momento que comprendí que
el amor esta hecho también de pequeños
defectos, me enfrentaste con tu ausencia, y me dejaste con los brazos
abiertos para recibirte, pero deshabitados de tu presencia necesaria y vital.
¿ Que cosas puedo decirte para abrir una
puerta en tu fortaleza de piedra y hacerte comprender que tal vez,… que
intentando… que?
Tengo miedo de no hallar respuestas, para
repetirme tus palabras de ayer, para meterme en el pasado y caminar hacia atrás,
siempre hacia atrás, hacia el tiempo en que tus ojos buscaban mis ojos para
dejarles luz, y tus manos buscaban mis manos para hacerle un nido de ternura.
Eso no vasta ni la palabra ¨ mañana ¨ ni la palabra
¨ esperanza ¨ ni las palabras ¨ tal
vez ¨.
Oye mi grito TE AMO ¡pero estas lejos!
Estiro mis manos y toco el corazón del otoño, toco la profundidad de la tierra,
las constelaciones y no alcanzo tu cuerpo, no llego a ti.
Estiro mis ojos hacia valles
desconocidos, jardines de asombro… y no alcanzo divisar ni a tu hermosa sonrisa, ni tus pupilas
marrones y brillantes.
Fue este momento y fuiste tú, donde comprendí
que cuando te conocí, conocí el amor y cuando te perdí conocí el dolor.
Allison Panizza
1996
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