Era un invierno friolento, nos estábamos mudando a una vieja casa en las afueras de la ciudad.
En ella aun quedaban algunos recuerdos, viejos cuadros, cristalería muy antigua, adornos.
Subiendo las escaleras para ir a las habitaciones nos encontramos con grandes espejos,
cuadros y hermosos Querubines.
La noche se iba cerrando gris y fría, cenamos y todos frente a la chimenea nos sentamos
a tomar un rico chocolate caliente.
Entre conversación, risa de los niños y el viento que soplaba fuerte, de repente los niños
en voz baja dicen escuchen… se hizo un silencio y ahí estaba se oía un canto angelical,
parecía que te elevaba al cielo, algo hermosísimo.
De repente quedamos sorprendidos esos seres inanimados hermosos iban y volvían,
como si fueran relámpagos.
A través de sus cantos y su ir y venir nos dijeron que esa mansión representaba una
puerta al cielo y que ellos son los responsables de ordenar el caos universal, manifestar
la sabiduría de Dios.
Hermosos bebes alados, nos dijeron que ellos son los encargados de la entrada al
paraíso.
Son los mensajeros de Dios, compartiendo amor y conocimiento. Se presentaron ante
nosotros como el Ángel de la Sabiduría, el Ángel del Conocimiento, y el Ángel del
Discernimiento.
Nos dijeron también que ellos son seres que pueden ser vistos solo por quienes son
"elevados" a una dimensión superior, es decir, a un estado en el que el cielo "se abre
para ello".
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